viernes, 23 de julio de 2010

Trozitos.

Nada es tan revoloteador como tu cabeza dentro de la mía, a caso no sabes que tu blancura de unicornio recién nacido me apetece servida en un plato de habas blancas.

Claro que nunca seremos como los pingüinos que viven para amarse por el resto de su vida, de su pingüinica vida.

Que hay mas que delicioso que esa café que desprendes de tu boca, que tiene la sutileza de no utilizar mínimamente azúcar pero que me endulza la vida.

Cuando tu árbol ya no crezca, entonces mis gusanos lo habrán tragado por dentro y ya no se llenará de coquetos follajes ni le crecerán más ramitas, lo único que se hará mas grande en él, es la resequedad de un amor cotidiano y rutinario, que sólo puede regarlo de sequia, por eso mi estimado árbol, dejo todos mis gusanos lejos de usted para que ninguno pueda profanar su tan suculenta belleza que es muy apreciable en otoño, pero en primavera es casi celestial.

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