La verdad suele ser suculenta, aunque puede llenarnos de silencio y como todo suceso también contrae compromisos con las señoras consecuencias, una consecuencia muy cordial me invitó a sentarme y mirar por la ventana.
¿Qué hay en la ventana? Al parecer al otro lado de la ventana, esta viviendo un atardecer, o ¿debería decir muriendo?, el punto es: ¿qué está sucediendo del otro lado de la ventana?, de aquel que deja de ser cristal y se convierte en vida.
Logré enfocar el después del cristal, me di cuenta de un atardecer que se coloreaba rosa en ausencia del viento, un gato negro estaba en la ventana, estaba gordo y triste, sí ese gato pudiera pensar, seguro se preguntaría por qué lo miraba como si lo dibujase. La forma de mover sus orejas, con las pequeñas ráfagas de aire, me hacía sentir su tristeza, aseguraría que él se preguntaba por qué dejó de ser libre, pero se dió cuenta que nunca lo fue.
El gato se aturdía y volteaba a verme cada que giraba una página, y de nuevo situaba sus ojos en la maravillosa vista que le ofrece vivir en un cuarto piso. Se bajó de la ventana y me maulló reclamándome por qué le había robado su tarde rosada.
Mi respuesta ante su actitud de belle indiference, fue suponer que no quiso compartir la tarde conmigo, por que los gatos como él, tienen cosas mejores que hacer, como dormir, ronronear o acicalarse. Cada que lo miraba, me penetraba en la vista con sus pupilas ámbar, y cada que se enfocaba en mí, dejaba de lamerse las patas. La ventana seguía abierta y el atardecer se tornaba rojo.
Es mentira que en la cuidad no se vean cosas lindas, este atardecer se volvería azul obscuro en unos segundos y se me esfumaba de las manos, por que no supe guardar una pizca de descripción científica para retener un atardecer como este. Donde carezco de vino, de música, de cigarros (¿Dónde están mis cigarros?), tampoco me alcanzó para comprar unos gramos de poesía, en este momento no hay ni dos frases de personas celebres que eleven la estética de este ocaso, el gato se ha ido, me ha dejado la verdad intacta y el principio de la noche.
sábado, 30 de octubre de 2010
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